domingo, 8 de mayo de 2011

Capítulo dos. :D


-¿Gracias?- me reí
-Sí, es lo que se suele decir cuando alguien te hace un cumplido- Me explicó con tono de superioridad y con chulería.
-Pues en ese caso gracias, aunque no me gusta mucho mi sonrisa- Expliqué mirando al suelo.
Noté como se acercaba cada vez más a mi, me agarró de la barbilla e inclinó mi cabeza hacia arriba, de nuevo mirándonos mutuamente, como si al mirarnos dijéramos todo lo que queríamos decir en aquel momento.
-¿A ver?- preguntó
-No sé sonreír si no me hacen reír, o dicen algo gracioso- quise evitar enseñarle la sonrisa debido a mi gran vergüenza.
-Guapa- me dijo mirándome a los ojos
Yo sonreí - ¿A qué viene eso?- volví a sonreír.
-Y con la sonrisa más bonita del universo- afirmó.
Él se separó poco a poco de mí, dejando una distancia considerable entre nosotros dos.
Sonó el timbre, la campana que anunciaba cambio de clase, el profesor salió de el aula y se acercó a nosotros.
-Espero que no te dejes llevar, y no vayas por mal camino como otros estudiantes- Dejó caer el profesor esa frase con un tono superior, formar y con voz firme y sin quebrarse nada.
-No se repetirá- afirmó Marco.
El profesor me miró a mi.
-Sí, sí, no pasará más, lo sentimos- dije rápidamente
Entramos a clase, y Patricia, Clara y Leila (mis mejores amigas) se acercaron a mi, Clara, me susurró al oído
-Tía, tía, tía, ¡estas tardando! ¿os habéis liado? ¿hubo tocamientos? ¿sonrisas? ¿besos? ¿abrazos? ¡PERO CUENTA, MUJER, CUENTAAAAAAA!- gritó
Leila empezó a reírse junto a Patricia.
-Que bestia eres tía, todo es poco a poco, ahora saldrán, luego él le pedirá rollo, luego salir y si todo sale bien se casan y todo- Afirmó Leila.
-¡VENGA YA, HOMBRE! la exagerada esta... - dijo Patricia - Tía, ¿te gusta? ¿o qué?- me preguntó riendo.
-¡Pero que caldosas podéis llegar a ser!- reí
-Lo aprendimos de ti- dijo Leila
-Sí, sí, encima...- me quejé - No, no ha pasado nada, me ha dicho unas cosas realmente bonitas y que de verdad no me esperaba que un chico sin conocerlo me lo dijera, pero en fin, será que me hace tilín tolón ¿no?- Sonreí.
Ellas me abrazaron con una sonrisa en la cara.
Marco se acercó a mi, y me preguntó:
-¿Estás libre a la salida?- preguntó
-Ehh....- pensé, ya que siempre acompañaba a Clara a su casa.
Clara se metió de seco en la conversación y dijo:
-Hoy sí esta libre, no me tiene que acompañar, toda tuya- afirmó riéndose
Me reí.
-Pues en ese caso y si tu quieres, te puedo acompañar a casa, ¿quieres?- me preguntó nervioso.
Miré detrás de Marco, donde estaban mis amigas haciendo gestos y afirmando con la cabeza, para que yo dijera que sí.
-Claro- respondí. -Luego te veo, ¿vale?- pregunté
Él afirmó con la cabeza.
La puerta sonó
-¡VAMOS TODOS A VUESTROS SITIOS, POR FAVOR!- gritó María, profesora de matemáticas.
Me senté y Marco detrás mía, como le habían puesto.
La clase se paso rápida, pues no sabía lo que me pasaba ya que en mi pensamiento invadía el nombre de Marco y su rostro.
Solo existía él en mí, era como si en poco tiempo me hubiera demostrado tantísimas cosas...
Las clases fueron todas así, con mi pensamiento en las nubes y doy gracias porque no me preguntaron en ninguna asignatura nada, si no hubiera dicho cualquier estupidez que me hubiera dejado en evidencia, el día paso rápido, pensando en él, sin poder parar, se había vuelto algo necesario, o por lo menos eso creía.
Sonó la campana que anunciaba el fin de las clases.
Cogí mi mochila, y metí el chaquetón en ella, me puse la mochila y me arreglé un poco antes de salir, bajé las escaleras y en la puerta de la entrada estaba él, esperándome, tomé aire y fui a paso ligero a encontrarme con él, pero en mi camino se cruzó Izan, el chico guapo, el que me invitó a la fiesta, por el que todas estaban.
-Ah... hola Izan, ¿qué pasa?- pregunté extrañada, sin parar de mirar a Marco.
-¿Quieres que te lleve a casa en moto?- me preguntó
-Lo siento, el puesto de llevarme a casa está cogido- me reí.
-No sabía que tuvieras no...- no le dejé continuar.
-No tengo novio, solo es que, me ha pedido acompañarme y no tiene nada de malo, ¿no?- pregunté extrañada.
-¿Quién es el afortunado?- me preguntó tenso.
-El nuevo, Marco- dije con un poco de vergüenza.
-No jodas- me dijo echándose para atrás.
-¿Pasa algo?- Dije dispuesta a defender a Marco.
-Es mala gente- afirmó, como si supiera del tema.
-No lo conoces, Izan, no sabes NADA de él, absolutamente nada- le dije con tono firme y enfadada.
-Pero yo que sé de estos temas, te afirmó y te aseguro que no es buena influencia para ti, y que dentro de poco te hará sufrir- Me dijo.
-¿Pero qué dices? eres absurdo- respondí
Me dispuse a irme, pero él me agarro del hombro y me puso en frente de él.
Miré a Marco, y justo en ese momento él logró verme a mí, vino con paso firme hacia donde nos encontrábamos.
-África, ¿vamos?- preguntó
-Sí- respondí
Marco extendió la mano para agarrar la mía, pero Izan le frenó poniendo la palma de la mano en el hombro de Marco.
Marco se apartó corriendo.
-Oye tío, ¿tienes algún problema?- preguntó mirándole a los ojos Marco.
-Sí, tú- respondió Izan y le empujó haciendo caer la mochila de Marco al suelo, yo recogí la mochila y me agaché para ponerle a la altura de Marco, le ayudé a levantarse.
-Déjale en paz, es un gilipollas- Dije cogiendo la mano de Marco, Marco se puso la mochila y junto a mí, nos fuimos apartando de Izan, ya estábamos a bastante distancia, yo, notaba a Marco muy tenso y nervioso.
Marco se paró en seco y se acercó a mí, susurrándome al oído:
-Lo siento- susurró.
Se apartó de mí, y dejó su mochila en el suelo, se dio la vuelta y corrió hacia donde estaba Izan.
Marco cogió a Izan por detrás y del empujón Izan cayó al suelo bruscamente.
Izan se levantó corriendo.
-¿Tú que quieres, pelea? pues ¡TOMA PELEA!- gritó Izan.
Fui corriendo, lo más rápido que pude.
Izan le propinó un puñetazo en la barriga a Marco, pero este contestó con un puñetazo en la cara.
Todo el instituto hacía corro gritando: "¡Pelea, pelea, pelea!"
Mis amigas me miraron asustadas, y decidieron ayudarme.
Patricia y yo paramos la pelea.
Ella agarraba a Izan y yo a Marco.
Leila gritó: -¡Joderrrr! ¡Basta ya! ¿no? mierda de inmaduros....- se quejó Leila, con toda la razón del mundo.
Yo miré a Marco, y le coloqué con mi mano su pelo despelujado.
-¿Tenías que hacerlo?- pregunté.
-Lo siento- me suplicó mirándome a los ojos.
-Por un momento creía que querías acompañarme a casa por mi, no por encontrarte con una pelea, ¿sabes?- le dije enfadada.
-No quería hacerlo, pero... ¿has visto como te miraba?- dijo cerrando los ojos bruscamente y con fuerza.
-No..., como siempre, ¿no?- pregunté.
-No sé, te mira como diciendo "joder, que buena esta esta, me la follo y le hago lo que me sale de ahí"- Se rió.
Me reí, -si estás mas tranquilo, no voy a ir más con él, ¿vale?- le tranquilicé.
-Trato hecho- me dijo sonriendo.
Se levantó poco a poco y se puso su mochila, después nos fuimos.
Fuimos riendo todo el camino, risas risas y más risas, si es que los momentos con él eran únicos y me llenaban, me daba lo que de verdad necesitaba, lo que había necesitado durante tanto tiempo, era sonreír, pero de verdad.
Paré en seco.
-Marco- le llamé.
Se acercó a mi, y me miró fijamente -Dime bonita- respondió
Sonreí y me atreví a decirle: -Gracias, muchísimas gracias-
-¿Por qué, sonrisa perfecta?- me preguntó.
-Por pelearte por mí, porque un chico no se hubiera peleado solo por como me miraba otro chico, por aparecer en mi vida y darle un toque de sentido...- Miré al suelo.
-Gracias a ti, por recibirme tan bien y por ser tan buena conmigo, espero que nuestra amistad siga creciendo muchísimo, creo que podríamos llegar muy lejos- Me explicó con una sonrisa de agradecimiento.
-Ya lo creo...- asentí y sonreí
Marco se acercó y me dio un abrazo.
-Me tengo que ir, ¿vale?- le anuncié.
-Vale guapísima, nos vemos mañana, ¿te recojo?- preguntó.
-¡Sí!- contesté entusiasmada.
-Hasta mañana, descansa- Me dijo.
-igualmente- respondí
Y me dirigí a mi casa, que estaba una calle más abajo, abrí el portal, subí las escaleras, abrí la puerta de mi casa, y entré.
-¡Hola, ya estoy en casa!- grité.

miércoles, 6 de abril de 2011

Cap.1 ¡Gracias a los que leen! ♥

Sonó el despertador, un día más, Martes.
Me levanté sin ganas y me vestí, ese día me puse unos vaqueros grises, una camiseta de tirantes lilas, con una chaqueta fina gris y las converses lilas, cogí mi chaquetón y mi mochila y lo puse todo en la silla del comedor.


-Buenos días- dije entrando en la cocina sin mucha gana...
-Hola princesa- dijo mi padre, Roberto.
-Hola cariño, ¿te hago el desayuno?- preguntó mi madre, Michelle.
-No, voy a ir tomándome un zumo por el camino, llegaré tarde si desayuno, ya sabes que soy muy lenta para estas cosas-
-Bueno, vale, coge el zumo y vete- se acercó a darme un beso.
A continuación mi padre me dio otro beso, yo cogí el zumo, el chaquetón y la mochila, me puse todo y me dirigí hacia la puerta.


ya por la calle, me puse mis cascos, como todos los días, y me fui a recoger a mis amigas, siempre quedábamos.
Toqué el telefonillo.
-¿Clara? ¿bajas?- pregunté.
-Sí, ya bajo, ya bajo- contestó con prisa.


Clara era una de mis mejores amigas, sin ella la mayoría de cosas no serían igual, ella era rubia pero un rubio muy peculiar, el pelo le llagaba por los hombros, las miradas de los chicos siempre se dirigían a ella.


-Hola bonita- gritó dándome un abrazo.
-Vamos a recoger a estas, que llegamos tarde- me quejé.
-Para variar..- se rió.


Fuimos andando un poco y mis otras dos mejores amigas esperaban en la esquina del mercado.
-¡Hola!- gritó Carla a las demás.
-Hola..- e hice un gesto con la mano.
-¡Guapas!- gritó Leila.
Ella también era guapa, tenía el pelo castaño, un poco más bajo de los hombros, era amante de los piercings, ya que tenía unos cuantos, (nariz y lengua).


Mi otra mejor amiga, Patricia, se acercó corriendo a abrazarnos.
Le dí un beso con todas mis ganas en la mejilla, de todas ,ella era la más dulce y simpática, no era para nada vergonzosa, no le costaba hacer amigos, ella era castaña también, con el pelo por los hombros, aunque casi siempre iba con coleta, rara vez iba con el pelo sin recoger.


Patricia, Leila, Clara y yo, nos dirigimos al instituto, ya estábamos todas, cuando por fin llegamos al instituto.
Cada una tenía una clase distinta, ami me tocaba lengua, la asignatura que más odiaba a primera hora, me había tocado la lotería...
Fui sin ganas a la clase, aún el profesor no había llegado, me senté en mi silla y saqué mi libro, cuaderno y estuche, y me fuí a hablar con los chicos/as de la clase.


-¿Y tu qué te vienes?- dijo Izan, un chico, del cual todas estaban coladas, rubio, ojos verdes y simpático.
-¿A.. dónde?- me costó decir.
-A la fiesta- dijo Marga, una compañera de clase.
-¿Cuándo es?- el sábado por la noche, ¿sí o no?- volvió a preguntar Izan.
-Sí, no tengo nada mejor que hacer, así que iré- sonreí


El profesor entró por la puerta.
-¡VAMOS CHICOS, TODOS SENTADOS!- gritó dirigiéndose a la mesa.


Me senté en mi silla y empecé a hacer garabatos en la libreta.
-Antes de daros una noticia, vamos a corregir la descripción que os mandé hacer para hoy, África, ¿corriges por favor?- me preguntó el profesor.
-Emm, sí, sí, haber...- contesté - Me llamo África, tengo 17 años, se puede decir que soy una chica de muchos amigos, aunque los amigos de verdad se podrían contar solo con los dedos de una mano, soy una chica que necesita su espacio, necesito sentirme libre, amo los pequeños detalles que me da la vida, y en ocasiones soy muy vergonzosa en aspecto físico, tengo el pelo castaño, muy largo, un poco más arriba de las caderas, y ondulado, flequillo largo, por mis mejillas, tengo los ojos marrones, aunque las pestañas muy largas, mi piel es normal, ni oscura, ni muy blanca, y mis labios siempre tienen un tono rojizo. Fin- suspiré
-Hoy tengo una noticia- dijo el profesor
-Tenemos un compañero nuevo- nos comunicó el profesor sonriendo.
-¿Un compañero nuevo? ¿quién?- dijo Marga
-Se llama Marco, tiene vuestra misma edad (17 años), y quiero que le deis una buena bienvenida- nos explicó el profesor.
-Seguro que es un coñazo...- pensé.


Pero algo me hizo cambiar de opinión, él entró por la puerta, ¡era guapísimo! era moreno, tenía los ojos marrones, vestía genial, le miré a los ojos y el me devolvió la mirada, estuvimos pocos segundos mirándonos, hasta que yo paré esa situación tan incómoda y miré a la mesa, sonreí.


-Siéntate detrás de tu compañera, África- me sorprendí.
¡Lo que me faltaba! ¿es qué no había sitios, que se tenía que poner justo detrás mio? - pensé.


Él dejo caer su mochila en la mesa, y se sentó.
El profesor siguió con su clase normal, y yo intentaba no mirar para atrás, pero sentía que él me miraba fijamente, y que no paraba de hacerlo.


Una notita aterrizó en mi mesa, la abrí.
-¿Qué tal?- ponía en ella, me giré, era él, le dediqué una sonrísa.
-Bien, aunque aburrida, ¿y tú?- pregunté, me giré y se la dí.
El profesor se acercó y le cogió la nota.
-¿Ya estáis con este juego de niños?- preguntó enfadado, salid fuera de clase, por favor, en mi clase no os quiero hoy, siento que seas el nuevo, pero si te dejas llevar, irás muy mal- gritó abriéndonos la puerta.


-Gilipollas- dije en voz baja.
él se rió.
-¿De qué te ries?- pregunté extrañada.
- De nada, de nada- me explicó.
- Tendrías que haberme dado la nota con un poco menos de descaro- me dijo.
-¿ QUÉ ? encima, que no me hubieras mandado la nota- me enfadé.
-¿Te han dicho alguna vez que tienes la sonrisa más bonita del mundo?- me dijo él mirándome fijamente.


Eso tranquilizó el ambiente, nadie nunca me había dicho algo tan bonito, le miré a los ojos y de nuevo intercambiamos miradas, estar con él me tranquilizaba, pero era imposible que en tan poco tiempo empezara a sentir algo por él... ¿O no?.


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Gracias.